El desgarrador relato de un padre venezolano en la tele: cruzó el charco y ahora busca el abrazo de su hija
Dejó a su pequeña Abril en Venezuela para buscar un futuro mejor en Argentina. Ahora, con la ayuda de la gente, este papá lucha por reencontrarse y que sus dos hijos se conozcan.
Otra vez la tele nos dejó con el corazón en la mano. El miércoles, el programa "Buenas Noches Familia" de Guido Kaczka en El Trece, nos mostró una historia que pega fuerte: la de un papá venezolano que, lejos de su país, lucha por un sueño que a muchos se nos hace un nudo en la garganta.Este hombre, que es el más chico de quince hermanos, ya vivió mucho dolor. Perdió a sus padres y, buscando un horizonte distinto, decidió armar las valijas y venir a la Argentina. Su principal motor: darle un futuro mejor a su familia y, sobre todo, volver a abrazar a su hijita Abril, a quien tuvo que dejar atrás en Venezuela.Con el alma en la mano, contó que se vino "por un mejor futuro", anticipando la crisis de su país. El desarraigo fue tan grande que hasta perdió a su pareja, que "se cansó de la espera". Pero el amor por Abril, su nena, está intacto. Su gran deseo es volver a Venezuela, que sus hijos se conozcan y que la distancia no les gane.Acá en Buenos Aires, el día a día es cuesta arriba. Se las rebusca dando clases a chicos, pero el trabajo es inestable. "Cuando los alumnos se van de vacaciones me quedo en el aire", confesó. Guido Kaczka remarcó que, con un sueldo promedio de 30.000 pesos, lo que busca es juntar para los pasajes y que sus dos pequeños puedan verse por primera vez. Un verdadero golazo de esperanza.Al momento de mostrar su talento, eligió un clásico de Luis Miguel, "Por debajo de la mesa", y lo cantó con el alma. La emoción lo desbordó y el estudio lo ovacionó. Después, habló de su fe: "Soy creyente, recién oré. Lo hago mucho y realmente lo hago por todos mis compañeros porque creo que todos tenemos derecho a lograr algo". Un mensaje de pura humanidad.También se refirió a la gente de la calle, a los que menos tienen, como los más solidarios: "La gente más hermosa la conocí en la calle. Aquel que porque nadie da un mango, ese que ves tirado en el suelo sufriendo, son los que más se han acercado cuando cantamos alabanza". Una reflexión que nos invita a pensar.Para el final, la emoción tuvo su recompensa: el público se puso las pilas y logró juntar más de 800.000 pesos en donaciones. Esa plata es mucho más que un pasaje; es la esperanza de un reencuentro, un puente para una familia que la vida separó. Una historia que nos recuerda que la solidaridad, a veces, es el abrazo más grande.