¿Sabés por qué el Día del Amigo es el 20 de julio? ¡Y tiene más historia argenta que el dulce de leche!
Te contamos la historia secreta detrás del Día del Amigo: un argentino, la llegada a la Luna y una idea que le dio la vuelta al mundo. ¡Prepará el asado y enterate!

Che, ¿quién no tiene agendado el 20 de julio? Día del Amigo, obvio. Pero, ¿alguna vez te pusiste a pensar por qué justo ese día? ¡Agarrate, que la historia es más zarpada de lo que pensás!
Resulta que todo este quilombo de juntarse a comer un asado y mandarse mensajitos con corazones tiene un padre: un tal Enrique Ernesto Febbraro, un argentino de ley. ¿Y qué tiene que ver él? ¡Esperá, que ahí va!
En 1969, cuando el mundo entero estaba con los ojos pegados a la tele viendo cómo el Apolo 11 llegaba a la Luna, Febbraro tuvo una iluminación. Vio ese momento histórico como un símbolo de unión, de que los seres humanos podían hacer cosas increíbles juntos. ¡Un laburo en equipo a nivel galáctico!
"Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad", la frase del astronauta Neil Armstrong le resonó como una campana. Febbraro pensó: "Si pudimos llegar a la Luna, ¡seguro que podemos ser amigos!". Y se puso las pilas.
Mandó más de mil cartas a un montón de países proponiendo crear el Día del Amigo. ¡Y le respondieron más de 700 personas copándose con la idea! Así fue como, de a poquito, esta movida nacida en Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, se fue expandiendo por el mundo.
En 1979, la ciudad de Buenos Aires lo oficializó con un decreto y un lema que es un golazo: "Un pueblo de amigos es una Nación imbatible". ¡Tremendo!
Febbraro no era ningún perejil. Era odontólogo, psicólogo, filósofo, músico... ¡un tipo inquieto! Incluso, lo nominaron dos veces al Premio Nobel de la Paz. Un groso que entendió que la amistad es clave para que el mundo ande mejor.
Ahora ya sabés. La próxima vez que brindes con tus amigos el 20 de julio, acordate de Enrique Ernesto Febbraro, el argentine que vio en la llegada a la Luna una excusa para celebrar la amistad. ¡Salud!