¡Se viene el vacío en los barrios! Cerca de 16.000 kioscos bajaron la persiana en un año
Los kioscos de barrio la están pasando mal: en un año cerraron 16.000 locales y la caída en ventas ya es del 40%. Las cadenas y la informalidad se comen a los más chicos.

En el último año, 16.000 kioscos de barrio cerraron en Argentina, dejando al sector formal con apenas 96.000 locales activos, según la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA). Ernesto Acuña, el vice de la entidad, no se guardó nada y tiró la posta: "Cierran kioscos de barrio y abren grandes cadenas", con una caída del 40% en las ventas respecto a junio del año pasado.
Los números no mienten: NielsenIQ marcó una baja del 16% en ventas para 2024. Lo que más pega es la venta de bebidas, que representan el 60% de la facturación y cayeron un 17%, seguidas por golosinas, galletitas y hasta productos de tocador. La explicación es clara: la gente recorta esos pequeños gustos porque la panza no da para más y los costos fijos, como alquiler y tarifas, suben sin freno.
Esta no es una tragedia de último momento: en la última década, el sector acumuló 94.000 cierres, con picos en los gobiernos de Macri y Fernández, especialmente al inicio de la cuarentena. Para colmo, la informalidad crece y ahora hay kioscos ilegales que funcionan desde ventanas de casas, lo que pone más presión a los que juegan limpio.
Los kiosqueros intentan adaptarse: bajan marcas caras y apuestan a opciones más accesibles o saludables. Por ejemplo, los cigarrillos Marlboro Crafted a $2.000 ganan terreno frente a los más caros Marlboro Box a $5.000. Las promos 2x1 y ofertas son la salvación para mover stock y atraer al público.
Pero ojo, que la ARCA se puso la gorra y ahora controla todo más de cerca. Los kioscos deben reportar precios y ya se detectaron diferencias de hasta 115% entre lo declarado y lo que paga el consumidor. Las inspecciones se multiplican y la presión no afloja.
El panorama no pinta fácil: los kioscos luchan por sobrevivir entre costos que no paran de subir, la competencia feroz de las cadenas y la sombra de la informalidad que les come terreno.