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Acuerdo histórico que divide opiniones

Coria Lahoz alertó por la bomba que puede ser el nuevo acuerdo con Estados Unidos para la industria local

El economista advirtió que sin un plan paso a paso, nuestro país podría enfrentar cierres fulminantes, pérdida de laburo y una lucha desigual con gigantes que producen a lo loco.

Coria Lahoz alertó por la bomba que puede ser el nuevo acuerdo con Estados Unidos para la industria local

El flamante convenio, presentado con bombos y platillos por la Casa Blanca y celebrado por ambos gobiernos, propone una apertura amplia de mercados, bajada de aranceles, homologación de normas y la eliminación de trabas no arancelarias que, sin embargo, para Coria Lahoz es un avispero para la industria nacional. "Competir mano a mano con la economía más grande y tecnológicamente avanzada del mundo es como salir a pelear con cuchillo de manteca contra tanque," deslizó con preocupación.

El economista no se guardó nada: "Si una pyme se rompe el lomo fabricando maquinaria y al otro día entra sin aranceles un monstruo como John Deere, chau, desaparece en un pestañeo." El foco está puesto en bienes industriales, esos rubros donde muchas empresas argentinas llevan años remándola para mantenerse a flote. "Si abrís la puerta de par en par para maquinaria, repuestos o componentes, no hay chance. La presión va a ser feroz," advirtió.

Con ejemplos claros, señaló sectores en riesgo como caucho, plástico, metalmecánica, autopartes y bienes de capital: "Estados Unidos hace lo mismo que nosotros, pero a lo bestia. Si todo se abre de golpe, más de una empresa empezará a pegar el grito." Pero no todo es caos, la oportunidad está para aquellos que exportan bienes primarios y recursos naturales. Acerías y Aluar podrían tener un respiro con la baja de aranceles y cupos desde EE.UU., mientras que la carne argentina tendrá una chance de oro con una cuota ampliada a 80.000 toneladas, cuatro veces más que ahora.

En cuanto a San Juan, la minería no tendría tropiezo, ya que las multinacionales dominan el rubro y verían facilidades para acceder a maquinaria y repuestos. "Es común ver equipos parados por falta de una pieza que no se puede importar. Eso se acabaría," explicó.

Sin embargo, las pymes industriales sienten que les clavaron un puñal cuando cuentan que la protección y regulación fueron su tabla de salvación. Sin transición, el golpe sería mortal: "Una pyme con 10 empleados que dobla chapas no tiene cómo competir con un gigante yanqui. Si no hay tiempo para adaptarse, quedan borrados."

En un mundo ideal, la industria argentina y estadounidense podrían complementarse para sumar fuerzas, pero eso es un cuento complicado: "Allá arman toda la cadena ellos solos y no necesitan a nadie más. Ahí está el riesgo real."

Coria terminó con una reflexión que caló hondo: los costos sociales van a pegar rápido y fuerte, mientras que los beneficios económicos llegan después. "Si los gobiernos no piensan en cómo cuidar a los laburantes que pierden sus empleos al toque, la apertura se convierte en un cachivache devastador." En suma, la idea es buena, pero ponerla en marcha sin pensar en la gente puede ser un tiro en el pie para nuestro país.

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