Mujer da a luz en casa con su marido como obstetra y su hija durmiendo al lado
Fátima Noriega recuerda cómo dio a luz a su hija Martina en plena pandemia sin asistencia médica. Su marido improvisó como partero mientras su hija mayor dormía cerca.
La noche del 18 de julio de 2020, en pleno confinamiento por la pandemia, Fátima Noriega vivió uno de los momentos más inesperados e inolvidables de su vida: dio a luz a su segunda hija, Martina, en la cama de su casa, sin asistencia médica, con su marido improvisando de partero y su gato como espectador inquieto.
Aquel día, Fátima estaba de 38 semanas y había recibido una ecografía que indicaba que el parto era para agosto. Al llegar la medianoche comenzó a sentir incomodidad, que pensó se debía a la comida. Su marido, Mariano Heller, estaba viendo la serie Los Soprano y no reaccionó de inmediato.
El gato de la familia, Felipe, comenzó a rasguñar la puerta insistentemente, algo inusual, ya que estaba enfermo y afuera. Como si intuyera lo que pasaba, quería entrar. El dolor comenzó a intensificarse y Fátima usó una app para medir contracciones; el aviso le indicó llamar a emergencias, momento en que Mariano reaccionó.
Cuando Mariano subió, encontró a Fátima con contracciones fuertes y la asistió con una pelota de pilates. Ella pidió llamar a la partera y a su mamá para cuidar a su otra hija, Emilia. En menos de 15 minutos y dos pujos, el parto fue inminente. Fátima se acostó para no despertar a Emilia y, sin tiempo de llegar al sanatorio en Palermo, la partera los guió telefónicamente hasta que Martina nació.
Mariano sostenía el teléfono y ayudaba en el parto, mientras el gato Felipe entraba nuevamente a la habitación. Fátima indicó no tirar de la cabeza del bebé y en dos pujos Martina nació de manera limpia, aunque se desconoce si envuelta en la bolsa amniótica. Martina nació a la 1:52 a.m. y fue colocada sobre el pecho de su madre cubierta con toallas.
La ambulancia tardó 40 minutos en llegar. La partera les pidió no cortar el cordón umbilical porque un médico debía hacerlo y para evitar trámites legales posteriores. En el ascensor del sanatorio, Martina se prendió al pecho de Fátima por primera vez, mientras el cordón aún colgaba.
La madre cuenta que aquel parto urgente, casero e inesperado fue vivido con humor y que tanto ella como su marido actuaron instintivamente. Al cumplir Martina cinco años, recordar la historia les genera risas y asombro, evidenciando el "lado B" de la maternidad, lleno de imprevistos, pero con un final feliz.
