Zúrich, un clásico de Belgrano con aroma a pueblo y secretos de la Capital Federal ¡Que lo parió!
En Belgrano, una confitería guarda más historias que la Plaza de Mayo. Desde Avellaneda hasta Szifron, la Zúrich es un viaje en el tiempo con medialunas y un mozo que es un crack. ¡Pasen y lean!

Sentado acá, en la confitería Zúrich, mirando la plaza de Belgrano, uno siente que el barrio todavía tiene ese aire de pueblo, ¿viste? Imaginate que en 1855, cuando Valentín Alsina decidió fundar Belgrano, ¡Buenos Aires era un país aparte! Cosas de la historia, che.
La Zúrich, eso sí, es mucho más moderna: abrió en 1959. ¡Justo cuando el ministro Alsogaray nos mandaba a pasar el invierno! Y mirá qué loco, está en la calle Cuba, esquina Echeverría. En Buenos Aires, ¡todo tiene que ver con todo!
El que la rompe toda acá es Pedro Quintana, el mozo. ¡Un maestro! Tiene 73 años y se mueve como Gardel. Laburó en el Politeama, conoció a todos los artistas, y ahora te atiende acá con una sonrisa. ¡Un capo total!
El lugar es una joyita. Sillas tapizadas en pana turquesa, mozos de moño, ventanas guillotina... ¡Un viaje al pasado! Y ojo, que los dueños son los mismos del Petit Colón, el Café Tabac y el Watson. ¡Paquetón, pero con onda!
Desde la ventana se ve la iglesia, la escuela, el monumento a Belgrano... ¡Todo! Y la escuela, ojo al piojo, que tiene su historia: la fundaron al toque que se creó el pueblo.
Pero volvamos a la Zúrich, que es lo que importa. Acá no hay música de fondo ni tele gritando. La gente viene a charlar, a comer un pollo al verdeo o un lomo al champignon. ¡Un clásico!
Y mirá qué dato: en 1880, cuando Buenos Aires era un quilombo por la "cuestión capital", ¡Belgrano fue la capital de la Argentina! Avellaneda se instaló en el Hotel Watson, cerquita de la iglesia "La Redonda". ¡Cinco meses fuimos la capital, mirá vos!
Así que ya sabés, si querés un café con historia, andate a la Zúrich. Un lugar que resiste el paso del tiempo y te hace sentir como en un pueblo, ¡pero en medio de la Capital! Y si te atiende Pedro, ¡dale la mano que es un grande!
La Zúrich está abierta de lunes a lunes de 7 a 24. Antes era una casa de té, pero se agrandaron y ahora tienen un salón enorme.
Me voy de la Zúrich con el ticket en la mano. Miro el nombre de Pedro, el mozo: Quintana. ¡Ahora entiendo todo, carajo!
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