"Esto no es una película, nada puede salir mal": cómo es la vida de un negociador de la Policía

¿Te imaginás laburar donde un error te puede costar la vida... y la de otros? Así labura la División de Negociadores de la Policía de la Ciudad. Estos tipos son los que entran cuando todo está por explotar: tomas de rehenes, atrincheramientos, gente al borde del abismo. Pero ojo, ¡acá no hay Rambo! Acá la cosa es hablar, escuchar y entender.

Javier Farrus, el jefe de la división, se acuerda bien de su bautismo de fuego: "Puan y Directorio". Un robo a una veterinaria en 2017 que terminó con rehenes y horas de tensión. La clave, según él, fue ofrecer un plato de comida. Un gesto de confianza que aflojó la situación y permitió liberar a los rehenes sin un solo tiro.

Desde entonces, la división se profesionalizó. Ahora, para entrar, tenés que pasar un examen psicológico que te pone a prueba. Después, un mes a full con clases de psicología, entrenamiento físico y simulacros. ¡Si te mandás una macana, chau! Afuera.

Estos negociadores no usan armas. Su laburo es observar, escuchar y decodificar hasta el más mínimo gesto. "El negociador siempre tiene que estar muy despierto", explica Farrus. No solo importa lo que dice la persona en crisis, sino cómo lo dice, cómo se mueve.

Y ojo que el laburo no para. La pandemia, según Farrus, dejó secuelas. Aumentaron los casos de gente con problemas de salud mental que terminan en situaciones extremas. En lo que va del año, ya intervinieron en 38 casos relacionados con crisis de salud mental.

Lo más zarpado es que algunos de estos policías son también psicólogos. ¡Doble formación! Así pueden entender mejor lo que está pasando y encontrar la mejor manera de ayudar. Porque al final, como dice Farrus, "Esto no es una película. Acá suele haber muchas vidas en juego y nosotros tenemos que salvarlas. Nada puede salir mal".

Un laburo silencioso, pero fundamental. ¡Un golazo para la policía!

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