Rojo se va de Boca y hay otros pesos pesados que también pueden pegar la vuelta
Después del cachetazo en el Mundial de Clubes, Boca mete una limpieza fuerte: Rojo ya quiere salirse, Chiquito Romero apunta a Montevideo y Fabra se puede ir a Colombia.

En Boca arrancó la semana de descanso después del golpazo contra Auckland City en el Mundial de Clubes, y mientras la hinchada se pone la camiseta aunque con bronca por afuera, adentro ya hay un quilombo bárbaro con el plantel. El nombre que está en boca de todos es Marcos Rojo, el capitán que se tomó el viaje y decidió no volver con el resto, quedándose en Estados Unidos con la familia y buscando rescindir contrato anticipadamente. El cordobés se cansó después de quedar afuera de los minutos en el torneo y un cortocircuito con Miguel Ángel Russo que dejó todo picando.
Desde el club le bajaron línea: quieren decirle chau rápido y de buena manera, pero con Rojo que juega al misterio y no quiere aparecer por Ezeiza, la cosa se puso turbia. Esto es bastante inédito en Boca, donde el pibe supo jugar 118 partidos y levantar cuatro títulos, aunque las lesiones y algún que otro lío hicieron estragos. De hecho, fue suplente en la primera parte del torneo y no metió un minuto en el Mundial de Clubes, lo que desató todo el drama actual.
Pero como si fuera poco, la limpieza no termina con Rojo nomás. También anda dando vueltas el nombre de Sergio Chiquito Romero, que tiene una cláusula para irse cada seis meses y estaría en la mira de Peñarol de Montevideo. El arquero quiere rodaje y con la llegada de Marchesín, las chances se achicaron. Además, el colombiano Frank Fabra vuelve y avisa que hay ofertas en su tierra y que podría cerrar su ciclo en Boca a fin de año, si es que alguna propuesta real cae en la mesa. Boca está atento y no descarta negociarlo para alivianar la billetera.
Por último, el Consejo de Fútbol y el DT hacen cuentas para definir qué pasa con otros futbolistas como Luis Advíncula, Exequiel Zeballos, Ignacio Miramón y Marcelo Saracchi, buscando achicar el plantel y dejar espacios para nuevos refuerzos. El semestre que viene promete ser de cambios, con la camiseta bien puesta pero sin pelos en la lengua.