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Coaching Ontológico

Navegando las Olas del Desarrollo, etapa 26: nuevamente en casa

No hace falta viajar lejos para empezar un nuevo camino. A veces, el cambio comienza al volver a casa, con una merienda tibia en la mano, un gato que ronronea y el corazón más despierto.

Ya en casa. Me recibió el silencio conocido del hogar, ese que tantas veces pasé por alto y hoy lo percibí distinto. ¿Yo había cambiado? Mi gato Tom me esperaba, como siempre, en la ventana. Al verme, se desperezó con elegancia y vino directo a rozarse en mis pies. 

Preparé un té, encendí una luz cálida, nuevamente me encontré con mi viejo sillón y mi libreta de tapas gastadas. ¡Cuánta historia guarda esta confidente amiga! Me tape con una manta, el ambiente estaba frio. Necesitaba contener ese torbellino de emociones que traía conmigo.

Las palabras empezaron a fluir, lo que había sentido en este viaje era único. Los rostros, las frases escuchadas, el aroma a tierra mojada del rio, la sensación de estar exactamente donde quería que estar. Ahora, mi casa, era parte de ese viaje. No era el regreso, era una nueva etapa. Respiré hondo, me di cuenta de que podía vivir con más calma, mi interior hablaba. Todo lo vivido, lo aprendido, lo sentido, con pasos firmes y auténticos.

Y vos, ¿cómo volvés después de una experiencia transformadora? ¿Qué traés a tu vida diaria?

No hace falta viajar lejos para empezar un nuevo camino. A veces, el cambio comienza al volver a casa, con una merienda tibia en la mano, un gato que ronronea y el corazón más despierto. No para mirar alrededor, solo para mirarme a mí mismo.

Esa noche, me sentí muy acompañado, con las luces bajas, escuché los sonidos del barrio, un auto que pasa lento, alguna puerta que se cierra, mi gato que va y viene por la ventana. Todo parece calmo, como si el ambiente también acompañara.

Releo lo que escribí del viaje. Algunas frases me emocionan. Otras me hacen sonreír. Es increíble cómo unos pocos días pueden tener tanta fuerza.

Miro hacia afuera, la luna es la misma que me iluminó aquella noche junto al río. Pienso en Rosita, en Marcelo, en cada uno de los que compartieron ese momento. Me pregunto cómo estarán ahora, si también estarán escribiendo, recordando, agradeciendo y mirando la luna.

El regreso no termina con la llegada al hogar. El verdadero cierre sucede cuando uno se permite sentir, ordenar, soltar. Hoy no quiero hacer nuevos planes. Solo deseo descansar con calma. 

En unas horas llegará el nuevo día, tal vez empiece a plasmar alguna de las ideas que anoté. Pienso en lo que sigue. En los días por venir. En cómo quiero estar presente en ellos, con conciencia y ternura. En cómo compartir lo que soy sin miedo, con verdad. En cómo vivir cada día como si fuera parte de una gran travesía, la más importante: la de ser yo mismo.

Lo importante es que estoy acá, conectando con lo que siento. 

Y vos, ¿qué necesitás esta noche?
¿Un momento de silencio? ¿Una conversación sincera? ¿Una pausa?

Permitite escucharte. A veces, la mejor respuesta llega en forma inesperada.

Antes de acostarme, dejo la libreta abierta sobre la mesa de luz, como si fuera una invitación a seguir escribiendo mañana. Acaricio a Tom, esta noche no necesito nada más.

Si tenés sueños por alcanzar, podés buscar acompañamiento de un coach ontológico que te guie con preguntas y reflexiones, con sesiones presenciales o virtuales. ¿Te animás a probar?

@alis.maci

Alicia Macías.

Senior Coach Ontológico Profesional. Aacop nro. 7231

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