Yogures falsos ganan lugar en las góndolas
Los yogures falsos ocupan un lugar cada vez más importante en las góndolas de lácteos. En los grandes supermercados los colocan entre los yogures y las leches. Pero no son ninguna de las dos cosas.
Con la crisis de los últimos años y la alta inflación la presencia de los yogures falsos va en ascenso. Las llaman Bebidas Lácteas, se las puede ver con el rótulo de «Bebibles» ofreciendo distintos sabores, y son, mas bien, un producto de muy baja calidad nutricional.
La primera razón de su venta es su bajo precio. La segunda, la confusión de las y los consumidores que creen estar comprando un yogur. Pero están lejos de serlo.
Las Bebidas Lácteas se venden en sachets y tetrabricks de un litro y de 250 cc. Los yogures falsos vienen con sabor a vainilla, frutilla, banana y multivitaminas. La estética y sus colores son muy similares a los yogures pero ¿qué son?
Yogures falsos empoblecidos y con suero
En noviembre de 2018 publicaron en el Boletín Oficial una Resolución Conjunta entre la Secretaría de Gestión y Regulación Alimentaria y la Secretaría de Alimentos y Bioeconomia.
La Resolución Conjunta 9/18 modificó el artículo 578 del Código Alimentario Argentino, según reconoce el texto oficial, a sugerencia del Centro de la Industria Lechera. El cambio consistió en agregar este texto: «Se entiende por Bebidas Lácteas los productos obtenidos a partir de la leche y/o leche reconstituidas y/o leches fermentadas y/u otros derivados de origen lácteo, con o sin el agregado de otras sustancias alimenticias y en los que el contenido de ingredientes de origen lácteo es como mínimo del 51% (m/m) de la totalidad de los ingredientes del producto listo para consumo”.
Esa misma resolución explica, en su punto 3.2, que “se entiende como ingredientes de origen lácteo: leche y/o leche reconstituida (estandarizadas o no en su contenido de materia grasa) y/o sueros y/o cultivos de bacterias específicas y/o bífidobacterias, leches fermentadas, leche concentrada, crema, manteca, grasa anhidra de leche o butteroil, leche en polvo, dulce de leche, caseinatos alimenticios, proteínas lácteas –concentradas o no–”.
Para ser considerada Bebida Láctea debe, entonces, estar constituida en un 51% por alguna de estas cosas.
Para resolver esa integración del suero, a la industria y a los funcionarios de aquel entonces se les ocurrió incorporarle saborizante y colorante, empaquetarlo como si fuera yogur o leche, ponerle un nombre ambiguo e introducirlo en las heladera de los lácteos.

En los envases de los Bebibles se promociona en letras grandes la presencia de vitaminas. Mucho más pequeño, un letrero aclara: “No es sustituto de la leche”. Pero al observar abajo a la izquierda de su sachet, se lee en letras que en realidad es “bebida láctea fermentada endulzada descremada”. Nunca aparece la palabra “yogur”.
“Las marcas aprovechan la segmentación destinada a los sectores mas empobrecidos para vender los subproductos como el suero que antes se tiraba o se usaba para el consumo de animales, reconvertidos ahora para consumo humano”, alerta a Tiempo Soledad Barruti, autora de los libros Malcomidos y Mala Leche.

Las que definen qué nos llevamos a la boca
Hay tres marcas principales de este producto, al menos en los super e hipermercados. La primera, la más cara (alrededor de 230 pesos) es La Serenísima. Le sigue en precio y exposición La Armonía a 130 pesos. Y en último lugar, García, una marca que hasta el momento hacía punta con las ricottas y los quesos, y parece que la empujaron para que sea cola de ratón en este rubro. Su precio está unos pesos por debajo de La Armonía.
Según un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), esa cifra se eleva al 72% en el rubro de las leches fluidas no saborizadas. En los derivados de la leche hay un montón de ultraprocesados (que tienen exceso de nutrientes críticos como azúcar, sodio y grasas) y que se aprovechan de las representaciones sociales de la leche como un alimento sano y nutritivo para promover las ventas”.