Jáchal se volcó a los aplausos para tributar al inolvidable "Chango Huaqueño" en el Fogón de los Arrieros
La Fiesta Nacional de la Tradición en Jáchal tuvo uno de sus momentos más sentidos con un homenaje cargado de emoción al entrañable "Chango Huaqueño". La familia, con lágrimas en los ojos, acompañó un espectáculo que mezcló música, danza y raíces arrieras, reafirmando el alma cultural que define a la región y conmueve a varios corazones.
En una velada que rebalsó de identidad y sentimiento, Jáchal sacó a relucir uno de sus momentos más profundos y a la vez emblemáticos: el Fogón de los Arrieros. Esta ceremonia, que cada año luce como una joya dentro de la Fiesta Nacional de la Tradición, rinde homenaje a las almas que forjaron la historia a fuerza de coraje y pasión por las costumbres locales.
La noche arrancó con la tradicional encendida del fogón en el Anfiteatro Buenaventura Luna, un gesto que rememora el inicio de aquella época de arrieros y que reunió a un mar de gente ansiosa por ser parte de esta experiencia única. Con antorchas en mano y ponchos al viento, los gauchos hicieron su entrada triunfal, recreando la vieja travesía cordillerana, aquella que demandaba valentía, camaradería y un apego profundo a la tierra.
Pero esta edición tuvo un plus que llegó al alma: se rindió homenaje a la leyenda viva del mundo arriero, el querido "Chango Huaqueño". La cultura local se hizo presente en cada rincón, con artistas de la zona, conjuntos gauchos y bailarines que dieron vida a escenas llenas de simbolismo y emociones a flor de piel. Cada instante fue recompensado con aplausos que resonaban con fuerza y, en más de una ocasión, la gente se puso de pie para celebrar con fervor las tradiciones.
El despliegue de poemas, teatro, danzas y melodías ancestrales no solo dejó boquiabiertos a los espectadores, sino que reafirmó la importancia del Fogón como corazón latente de la identidad jachallera. Un ritual que cruza el tiempo y abraza generaciones con la misma pasión intacta. Desde la Municipalidad de Jáchal valoraron el esfuerzo enorme de las agrupaciones de danza, músicos, asociaciones gauchas y cada mano que hizo posible esta maravillosa obra cultural.
El fogón brilló, las historias volvieron a tomar vida y el espíritu indomable de los arrieros envolvió al pueblo con fuerza. La 64° edición de la fiesta cerró con la confirmación de que lo que arde en ese escenario no es solo fuego: es el corazón palpitante y eterno de toda una comunidad orgullosa de sus raíces.