El acuerdo de madrugada del peronismo evitó una fractura expuesta y dejó heridas marcadas para el inicio de la campaña
¡Se pudrió todo! El peronismo bonaerense al borde del abismo, acusaciones cruzadas y una unidad que parece más un clavo que un abrazo. ¿Llegarán al 2027 sin separarse a las piñas?

¡Che, gente! Agárrense que esto está más picante que empanada de mondongo. Resulta que el peronismo, ese rejunte que siempre encuentra la forma de seguir, ¡estuvo a nada de explotar por los aires! Dicen las malas lenguas que Axel Kicillof y Máximo Kirchner se sacaron chispas, y que la cosa está tan mal entre ellos que ni un asado reconciliador lo arregla.
Según cuentan los que estuvieron ahí, "entre las 19 y las 22 estaba todo roto". ¡Imaginate el quilombo! Sergio Massa, el eterno equilibrista, tratando de que no se maten todos. El Camporismo acusando a Kicillof de romper la unidad, y el Kicillofismo acusando a Máximo de bicicletear el acuerdo. ¡Un culebrón venezolano, pero con olor a asado!
Para colmo, el tema de las listas terminó de incendiar la pradera. Que si Katopodis, que si Magario, que si las candidaturas testimoniales... ¡Un lío bárbaro! A las 7 de la tarde, Carlos Bianco, mano derecha de Kicillof, mandó a los intendentes a "alistarse para la guerra". ¡Tremendo! Pero al final, como siempre, el pragmatismo peronista se impuso y lograron cerrar la lista a último momento.
¿La moraleja? El peronismo está más dividido que torta de cumpleaños en jardín de infantes, pero la necesidad tiene cara de hereje y al final se abrazaron para no quedar afuera de la torta. Ahora, si esta tregua dura hasta las elecciones, es otra historia... ¡Esto quedó picando, eh!