Vuillard y los Nabi: Cuando el Arte se Pone Profeta y te Cambia el Sillón de Lugar
¿Impresionismo aburrido? Los Nabi, con Vuillard a la cabeza, le metieron sinestesia y simbolismo al arte. ¡Flores que suenan y te pintan la vida de otro color!

Che, ¿cansado de que el arte sea una fotocopia de la realidad? Agarrate, porque te voy a contar de unos muchachos franceses que, allá por 1890, decidieron mandarlo todo al bombo y reinventar la movida artística. Se hacían llamar los Nabi, que en hebreo significa "profetas". ¡Tremendo nombre! Y la idea era esa: profetizar un nuevo arte, lejos del impresionismo y sus copias aburridas de la naturaleza.
Estos Nabi, con Édouard Vuillard entre ellos, se inspiraron en las ideas zarpadas de Gauguin y en la poesía simbolista. ¿Qué hicieron? Empezaron a pintar cuadros que sugerían más de lo que mostraban. Usaban los colores y la forma para que te sintieras algo, en vez de solo ver algo. Para ellos, el arte era una mentira hermosa: ¡pintura sobre una tela, lejos de ser una copia fiel!
Una de las obras más copadas de Vuillard es "Mujer con vestido de rayas (1895)". Imaginate esto: el chabón hizo cinco cuadros para Thadée Natanson, que era el editor de una revista re canchera llamada La Revue Blanche, y para su esposa, Misia Godebska, que era pianista y la musa de todos. En esos cuadros, Vuillard pintaba interiores, la vida privada, ¡el mate cocido de la época!
En cada cuadro, los colores se juntan como si fueran una orquesta, pero tranqui, sin quilombo. Y los dibujos son como un laberinto, ¡una locura! En el cuadro de la mina con el vestido a rayas, vemos a dos mujeres blancas, una arreglando flores. Dicen que esa mujer podría ser la mismísima Misia, ¡la que le hacía suspirar a Vuillard! El artista le metió la sinestesia de los simbolistas: ¡los rojos del cuadro te hacen escuchar música! ¡Zarpado!
En la pintura, las minas están ahí, rodeadas de flores y cosas que parecen hechas con pedacitos de vidrio de colores. La que está de perfil tiene el pelo atado y una camisa a rayas rojas y blancas. Está re concentrada mirando un florero rojo lleno de flores. Al lado, otra mina, con una camisa roja también, mira las flores como si estuviera pensando en la vida. Cuatro floreros llenos de flores están ahí, con rojos, amarillos y verdes que te explotan en la cara. Atrás, una sombra o una figura rara le pone un toque de misterio. Y todo el fondo, lleno de pinceladas de colores, te hace sentir que estás encerrado en un lugar re decorado.
Si te fijás bien, en la esquina de abajo a la derecha, está la firma del artista: "E. Vuillard". ¡Como diciendo "yo hice esta magia"! Una escena cotidiana, como arreglar flores, pero que te hace sentir mil cosas. Eso es lo que querían los Nabi: que el arte te haga volar la cabeza, ¡que te cambie el sillón de lugar!
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