El artista chino que le pone los puntos a Xi Jinping y no se calla nada: "No quiero renunciar a mi identidad"
Badiucao, el artista que desafía al régimen chino con sus dibujos y caricaturas, cuenta cómo vive bajo amenaza constante y por qué no piensa bajar los brazos. "El arte tiene una magia que el lenguaje no alcanza", dice.

Badiucao (Shanghái, 1986) no estaba destinado a ser artista, pero el destino le tenía guardada otra cosa. Ahora, desde el exilio, le planta cara al gobierno chino con sus creaciones.
"El peligro me acompaña desde el primer día que empecé a crear arte político", cuenta Badiucao. "Veo el arte como el camino que quería elegir para mi vida; era la decisión que debía tomar. No quiero renunciar a mi identidad de artista, aunque eso signifique vivir constantemente bajo acoso y amenaza".
Desde su casa en Melbourne (Australia), este artista de 39 años, ganador del premio Václav Havel a la Disidencia Creativa en 2020, denuncia los abusos del gobierno chino con una sonrisa irónica. Según él, el arte tiene una magia especial: "El arte tiene esa magia de unir a la gente de una forma que el lenguaje tradicional no puede alcanzar. Apelamos a la forma más directa de comunicación, que es la visual (...), y eso es algo que el PCCh (Partido Comunista chino) no puede controlar".
¿Por qué Badiucao incomoda tanto? Sus obras son sencillas pero contundentes, mensajes directos sobre los abusos del gobierno contra los derechos humanos. Uno de sus blancos preferidos es el mismísimo Xi Jinping, presidente de China, a quien ha dibujado de mil maneras, desde cazando a Winnie the Pooh hasta amamantando a Vladímir Putin. El objetivo: bajarlo del pedestal, mostrar que no es un dios intocable. "La agudeza de la caricatura es exponer esta situación hipócrita y mostrar que es más vulnerable. Lo más importante es bajarlo de ese trono de hombre convertido en dios", afirma.
Pero Badiucao no solo critica a China, también apunta a otros regímenes autoritarios como Rusia o Irán, e incluso a países occidentales donde la democracia está en retroceso, como Estados Unidos. Por eso, no le gusta que lo llamen "disidente", prefiere ser recordado como un "defensor de los derechos humanos".
"Creo en el potencial de las personas para buscar el cambio y comprender el valor de los derechos humanos universales. Incluso en los momentos más desesperados, incluso en medio de la crisis global que atravesamos, todavía hay esperanza, todavía hay cambios posibles esperando ahí fuera", asegura.
La historia familiar de Badiucao también está marcada por la represión. Su abuelo paterno, pionero del cine en China, murió en un campo de trabajo durante las purgas maoístas. "Esas historias trágicas, transmitidas por mis padres, inicialmente pretendían disuadirme de hacer arte. Pero, como adolescente, mi instinto era rebelarme y contraatacar", cuenta.
En 2019, después de que su identidad se viera comprometida, Badiucao mostró su rostro por primera vez, dejando atrás años de anonimato. Esto le dio más seguridad y reconocimiento, pero también lo obligó a cortar toda comunicación con su familia. "Si el Gobierno chino quiere dar conmigo, lo tiene que hacer directamente, no pueden amenazar a mis familiares o usarlos como mensajeros para transmitir sus chantajes. Es una elección difícil, pero no hay demasiado que pueda hacer por la gente en China, aparte de ser un completo desconocido para ellos. Mientras tanto, en Australia, en Europa, hay amenazas contra mí casi a diario", asegura.
Las amenazas son constantes: insultos en redes sociales, ciberataques, seguimiento de agentes chinos, intentos de boicot de sus exposiciones y acusaciones de ser "antichino".
Pero Badiucao no se amilana. "Conozco el placer, la diversión de crear arte libremente, y eso lo he estado haciendo lo suficiente como para no olvidarme de ello", concluye. ¡Un verdadero ejemplo de que el arte puede ser un arma poderosa!
Fuente: EFE
[Fotos: Melissa Chan/EFE; REUTERS/Ann Wang; archivo AFP]