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Sol Pérez: "Estoy segura que todo lo que me fue pasando me lo mandó mi abuela desde arriba"

Esta semana, Sol enfrenta la entrevista de Mi Cielo, una charla entre las nubes para descubrir el otro lado de los famosos. Sus padres, Marco, su bebé, y sobre todo cómo la marcó la absurda muerte de su abuela Norma resaltan en su testimonio

Sol Pérez: "Estoy segura que todo lo que me fue pasando me lo mandó mi abuela desde arriba"Crédito: Infobae

Se llama María Sol Pérez, pero a esta altura, para todos, simplemente es Sol Pérez. Abogada, modelo, gimnasta, periodista, presentadora y mediática. Todo eso incluye su CV. Fue "chica del tiempo" en Sportia; colaboradora en Bailando por un sueño en 2017 y 2018; estuvo en Cortá por Lozano y en Gran Hermano, el debate. Pero si vamos a su presente más caliente, habrá que decir que está casada con Guido Mazzoni y que desde el pasado 4 de abril es madre de Marco. "Lo miro a Marco y lo veo tan expresivo, que quiere hablar, y le digo a Guido ‘Gracias porque me diste lo más lindo que voy a tener en la vida’. ¡Es todo para mí, todo!", dirá en éxtasis.

Invitada a Mi Cielo, encara con valentía y sinceridad algunas zonas grises de su biografía, sobre todo cuando habla del trágico accidente que terminó con la vida de su abuela Norma, "una segunda madre para mí, porque vivía con nosotros", según hizo catarsis hace unos años en la mesa de Mirtha, nada menos.

"Mi abuela murió en junio 2016. La atropelló un auto, justo enfrente del hospital Bocalandro, y nunca se supo nada. Ella se fue a hacer un estudio porque no quería tener nada, había tenido un cáncer en el estomago, la operaron y era súper vital: hacía tenis todos los fines de semana, practicaba aquagym y también iba a cursos de computación. Tenía 82 años".

Aquí, los momentos más destacados de la charla:

Mariano: —Hola sol, ¿te llegó el sobre?

Sol: —Sí, lo abrí en mi casa. Estaba sentada en el sillón y ahora aparecí acá.

Mariano: —Acá estamos en el espacio del Edén, una sala de espera celestial, un paréntesis atemporal en una frontera invisible con el más allá.

Sol: —Creo que ya entendí...

Mariano: —Acá vas a tener un upgrade no existencial sino... a-sis-ten-cial. Escúchame, Sol Pérez: hiciste 1.880.000 sentadillas en tu vida, dormiste solo un total de 17 horas en el último mes.

Sol: —Capaz menos.

Mariano: —Usaste 342 looks diferentes de la Noche de Gran Hermano.

Sol: —¿Eso está chequeado?

Mariano: —Está chequeado. Vos creías en el cielo...

Sol: —Y sí, pero esperaba llegar un poquito más tarde.

Mariano: —Acá te hacemos una verificación para ver que tu alma sigue perfecta, así siguen sumando adeptos. ¿Algún sueño frustrado de la infancia?

Sol: —Ay... ser una Chiquitita...

Mariano: —¿Vos querías trabajar con Cris Morena?

Sol: —Síííí, en Rincón de luz.

Mariano: —¿Y alguna maldad que te hayas mandado que quieras borrar? Una sola, ¡eh!, más no puedo.

Sol: —No voy a mentir, voy a contar algo que es real. Una vez hice bullying y nunca más me lo pude olvidar. Hice sentir mal a una persona y eso me hace sentir muy culpable.

Mariano: —¿La podés volver a ver?

Sol: —Mmm, creo que no me la voy a volver a cruzar en la vida porque era amiga de una amiga. Fue muy feo lo que hice y no me lo puedo sacar de la cabeza. Me persigue.

Mariano: —¿Qué hiciste?

Sol: —Canté una canción muy fea, tendríamos 10, 11 años. La chica escuchó -estaba con otras amigas-, se puso mal y salió corriendo. Muy horrible. Y eso me marcó.

Mariano: —¿Lo trabajaste?

Sol: —Nunca lo hablé con mi psicóloga, Silvi, que aprovecho para mandarle un beso... Y me quedó eso para siempre. ¿Viste cuando decís "Pero yo no soy así"? Pero, bueno, eso me ayuda a no hacerlo más. Soy canceriana, muy culposa. Veo llorar a alguien y lloro. Es como que me pega muy mal.

Mariano: —Voy con un ping-pong rápido: hasta acá, ¿satisfecha, feliz?

Sol: —Sí.

Mariano: —¿Momentos con familia?

Sol: —sí.

Mariano: —¿Viajes?

Sol: —Nunca es suficiente.

Mariano: —¿Aprendizajes?

Sol: —Creo que aprendí mucho. Mi alma es un ser muy viejita. Y esta es como mi última vida porque todo lo que vine a aprender ya lo aprendí supuestamente.

Mariano: —¿Risas?

Sol: —Sííí, vos viste lo que es mi marido...

Mariano: —¿Cómo viviste el amor?

Sol: —A fondo. Siempre lo di todo. Después, bueno, puede fallar. Pero llegué a buen puerto.

Mariano: —¿Realización profesional?

Sol: —No, todavía no, me queda mucho.

Mariano: —¡Eso! Escuchen, a Telefe le estamos diciendo. ¿Logros personales?

Sol: —Sííí, tengo a mi hijo, Marco, lo más lindo del mundo en este momento. Cuando ves eso, decís "Esto es lo mejor que hice y lo mejor que voy a hacer en la vida". ¡Lo veo y me puede!

Mariano: —¿Sexo?

Sol: —Eeeeeeh, bueno, ahora estoy como en un momento con mi marido que somos muy buenos amigos...

Mariano: —¿Pero satisfecha con lo hecho hasta acá?

Sol: —Sí, yo lo di todo.

Mariano: —Escucha, el día que te toque, ¿con qué tema entrarías al cielo?

Sol: —¡Ay, qué difícil! Tendría que pensar como una vida entera... Yo soy muy creyente. Espero que del otro lado estén mis abuelos esperándome.

Mariano: —Esto se llama Mi Cielo, no por el mío, es el tuyo. En este viaje de los sentidos que vamos a hacer ahora vas a tener acceso al on demand del minuto a minuto desde que se creó el universo hasta ahora...

Sol: —¿Cómo?

Mariano: —Vas a apretar un botón y vas a ver el tipo que vos quieras... ¿Cuál sería el que primero te pondrías?

Sol: —Ay, qué difícil, porque la verdad que me gustaría volver a ver por primera vez a mi hijo. La primera vez que lo tuve ahí, que lo sacaron. Eso me encantaría. Pero también me gustaría ir más atrás y ver a mis abuelos.

Mariano: —¿En qué tipo de situación?

Sol: —Creo que jugando con mi abuela en casa. O tal vez me iría al último día que vi a mi abuela Norma sin saber que era el último día y cambiaría mucho.

Mariano: —No, no podés cambiar la historia.

Sol: —¿No? Bueno, la abrazaría con más ganas... Esa última noche yo salí apurada porque me tenía que ir a trabajar. Poder decirle "Abuela, ¡te amo!". Me acuerdo que estaba mi abuela viendo la televisión (ella era fanática de la tele)... O también cuando a la noche me pasaba a dormir con mi abuela porque me encantaba dormir con ella. Y de cómo se quejaba cuando yo le apoyaba mis pies congelados entre las piernas para que me los caliente. Y ella me decía: "¡Nena, tenés los pies helados!" Sí, volvería a esos días con mi abuela.

Mariano: —La tenés en tu cabeza...

Sol: —Sí, tengo un audio de mi abuela que no lo escucho nunca porque me da mucha tristeza... Pero escucharla también me da felicidad. Lo de su accidente lo tengo súper trabajado. Por eso ahora comparto de otra manera con la gente, sobre todo con mi familia. Porque entendí que realmente un segundo te cambia la vida. No es que alguien tiene que estar enfermo...

Mariano: —Claro, de ahí la famosa frase "El último abrazo no avisa".

Sol: —Es real. Eso me sirvió, pero también me dio como el miedo y el pánico constante de pensar que puede ser la última vez que veo a alguien y es muy feo vivir con esa sensación. Ahora a mi mamá la lleno de besos, y a mi papá, a mi hijo, a mis hermanos, mis sobrinos, a Guido...

Mariano: —Si yo te dejo entrar ahora y espiar, ¿qué estaría sintiendo tu abuela al verte tan encumbrada y tan famosa?

Sol: —Ay, no sé, una alegría total porque también era su sueño. Ella me decía: "Yo soy una artista. Si tengo que llorar, lloro" y se ponía a llorar. "Si me tengo que reír, me río", y se reía a carcajadas. Como muchos abuelos, mi abuela vino de España muy chica, se casó muy chica,, ama de casa...

Mariano: —Otra galaxia...

Sol: —Otra vida totalmente distinta, pero una adelantada total. Mi abuela era deportista a morir. Comía saludable, jugaba al tenis. Siento que cuando a ella le pasó lo que le pasó, después a mí me empezaron a pasar cosas en los laburos y en el medio... Por ejemplo, me invitaron a cenar a la mesa de Mirtha por primera vez ¡y yo no era conocida! ¡Una locura, porque mi abuela amaba Mirtha! O sea, yo estoy segura que todo lo que me fue pasando me lo mandó mi abuela. Siento que ella lo deseaba tanto que desde arriba me dio una mano. Yo siento eso.

Mariano: —Cuando uno vive así, con el pecho abierto...

Sol: —Hay cosas que son imposibles que te pasen. Entonces, cuando te pasan decís "esto me lo mandaron", estoy segura de eso. Por eso cuando me llamaron de lo de Mirtha le dije a mamá "esto me lo mandó la abuela".

Mariano: —¡Hermoso! Y si tuvieras que poner un play a un hecho de la historia de la humanidad, ¿qué momento elegirías?

Sol: —Si tengo que ir realmente a lo profundo, me encantaría conocer a la Virgen María. Tengo devoción por la Virgen. Me encanta.

Mariano: —A tu abuela y a la Virgen les llegaste a pedir que te prepare para ser madre...

Sol: —Sí, yo lo deseaba tanto pero tanto. Es más, cuando nos fuimos de luna de miel, con Guido hablamos mucho de que queríamos tener. Tardó un poquito en llegar, pero bueno, cuando uno está en la búsqueda le parece una eternidad. Estuve todo el viaje hablándole a la panza pensando que ya estaba embarazada. Y, claro, si después el test te da negativo, yo me la pasaba llorando. Me acuerdo que un día Guido me dijo "Sol, relajá con el tema porque si no esto va a ser muy difícil". Y la primera vez que me da positivo, por el miedo a ilusionarme y que no sea me hice otro, dio positivo otra vez, y no lo podíamos creer. Nos pusimos a llorar... Cuando lo miro a Marco y lo veo tan expresivo, que quiere hablar y te juega con las manos y fue tan deseado. Y le digo a Guido "Gracias porque me diste lo más lindo que voy a tener en la vida". ¡Es todo para mí, todo!

Mariano: —Te vuelve loca...

Sol: —Lo deseé tanto. ¡Ay, me lo comería a besos! Se puede caer el mundo acá pero yo soy la persona más feliz del mundo. Yo realmente no sabía que se podía amar de esta manera. O sea, más que a mi propia vida. Yo soy pesimista, ¿viste? Primero pienso lo malo y después veo lo bueno; de hecho, lo hablo con mi psicóloga. Y no tengo problema de darle mi vida a quien sea, pero a mi hijo me lo dejan feliz y contento. Va a tener unos abuelos impecables. Y un papá que es el mejor papá del mundo.

Mariano: —¿Cuánto hace que vas a terapia?

Sol: —Un montón, desde que conocí a Guido, 2019.

Mariano: —¿No fue en 2016?

Sol: —No, lo de mi abuela fue en el 16. Me costó un montón. Cuando pasó, me agarró una parálisis en la cara, algo que nadie lo sabe. Creo que por el estrés, por todo lo que había pasado, fue de un momento para el otro y me quedó la cara como tirada para abajo. No podía reírme. La gente pensaba que todo el tiempo estaba llorando. ¡Y no! Es que me había quedado la cara así; después, con el tiempo, se me fue solo.

Mariano: —Hablando de tu esposo, Guido, cómo fue eso de que una vez te dejó...

Sol: —¡Uy, el no quiere que lo cuente, pero sí, me dejó por WhatsApp! Un día quise verle el celular y él me dijo "¿Querés verlo? Yo te lo doy, pero va a ser la última vez que me ves la cara". Y yo igual lo agarré. Lo revisé, no encontré nada, pero es mi locura. Todas mis relaciones eran así. ¡Para mí, todos me iban a cagar! Así que me dijo "Bueno, listo, chau". Y no me atendió más el teléfono. Y yo como loca, le mandaba mensajes hasta del teléfono de mi mamá. ¡Una sacada mental! Yo dije: a este pibe no lo pierdo por nada en el mundo porque lo amo, ¡es el amor de mi vida!

Mariano: —Otra cosa que hacemos acá, Sol: podés bajar y sacarle el dolor -que sane esa herida- a la persona que vos quieras. ¿A quién elegís?

Sol: —A mi mamá. Es lo mejor del mundo. No hay palabras para mi mamá.

Mariano: —¿Y sabés qué tiene?

Sol: —No tuvo una vida fácil mi mamá. Y me gustaría que ella se viera con mis ojos. Porque no hay mujer más hermosa que mi mamá. Hoy no puedo ponerle palabras a esa mujer.

Mariano: —Vos sabés que ella lleva un dolor encima.

Sol: —Sí, nosotros éramos tres. Ella era muy chica. A los 24 ya nos tenía a los tres. Mi papá, cuando éramos chicos, se enfermó y mi mamá estaba con nosotros tres. No teníamos plata como para costear un montón de cosas. Y sé que además ella tuvo una infancia difícil. Realmente lo que más me gustaría es que ella se pudiese ver con mis ojos.

Mariano: —Tu Verificación Técnica del Alma ha sido hermosa. Y cuando bajes, te voy a dar un regalo. Vas a poder bajar de arriba a la persona que vos quieras. Media hora, no más. ¿A quién elegís?

Sol: —Ay, qué difícil. Tengo todos mis abuelos en el cielo. Creo que bajaría a mi abuelo de parte de mi papá para darle un regalo. Murió cuando mi papá era muy chico. Y se lo bajaría para él. Yo a mis abuelos los tengo muy presentes porque soy muy de rezar, de pedirles y siento que están conmigo. Pero a los hombres les cuesta más eso. Por eso me gustaría regalarle a mi papá una charla con su papá.

Mariano: —Hermoso. Gracias, Solcito.

Fotos: Diego Barbatto

Producción texto: César Litvak

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