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Accesibilidad Museo

Museo Franklin Rawson: la chequeada de la accesibilidad dejó detalles para mejorar

Personas con discapacidades recorrieron el Museo de Bellas Artes y dieron su veredicto. Bien en movilidad, flojo en comunicación con sordos y baja visión. Un llamado a ponerse las pilas.

Imagen relacionada con la noticiaCrédito: Diario Popular

En una nueva entrega de Integrándonos, la conocida sección de Telesol Noticias, un grupo de vecinos con distintas discapacidades se animó a hacerle la posta al emblemático Museo Franklin Rawson, ese que nos queda en la esquina de Av. Libertador y Las Heras. La idea fue poner a prueba qué tan accesible es para todos y todas.

El primero en dar su opinión fue Alexis Conde, que se mueve en silla de ruedas y no dudó en elogiar algunas cosas: "La rampa está buena, me pude manejar tranqui, el baño es amplio y hasta subí al ascensor". Buen comienzo, viste. Pero no todo fue color de rosas.

Después apareció Nazareno Pérez, que es ciego, y le tiró un centro a la entrada del museo: "Esa banda gris que tienen en la puerta es una trampa, amigo. Para los que tienen baja visión es peor, se pueden pegar una piña terrible porque confunden el piso con la puerta". Y no era lo único. Diego Molina, que también anda sin buena vista, sugirió que los carteles describiendo las obras deberían tener relieve para poder leer con los dedos. Que no quede picando el tema, vaya.

Por si fuera poco, Matías Castro, que es sordo, contó que tuvo que hacer malabares para entender, porque el personal del museo no maneja bien la lengua de señas: "No había comunicación clara, estuve en banda varios minutos. Falta capacitación urgente".

La arquitecta Marcela Domínguez, experta en accesibilidad, tiró luz sobre la cuestión explicando que, aunque las rampas son bastante inclinadas y eso puede complicar, el museo tiene buena estructura para moverse con movilidad reducida. Pero eso sí, destacó que hacen falta mejoras simples para que quienes tienen problemas de comunicación no queden afuera del recorrido cultural, y ni hace falta gastar un dineral.

Y para cerrar, la guía Ayelén Reinoso contó que tuvo que describir cada obra a full, hablando de dimensiones y detalles para que todos lo entiendan. Estrenó esta experiencia con ganas, aunque agradece que falta camino por recorrer.

Así andan las cosas en nuestro querido Museo Franklin Rawson: con ganas pero con la mochila de las falencias. La próxima se nos vienen con mayor inclusión, porque si no, ¿para qué culpa tan linda? A ponerle pilas, que no es tan complicado.

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